Geografías en movimiento es el resultado de la más reciente propuesta estética de Eduardo Palomares, la cual, dotada de una genuina voluntad experimental, propicia la integración artística, la creación colectiva y la participación multidisciplinaria, en aras de fomentar el desarrollo y la puesta en escena de una experiencia plural, múltiple e integral. Dicha condición deriva del espíritu impreso por Palomares —animado por una vocación de inclusión social— a la residencia de artista que ha dado lugar a la exhibición, incorporándole talleres de creación plástica, poética y de sonido, cuyo producto agrega a su propia obra. Pero también, fomentando la interacción entre diversos medios, el desdibujamiento de las barreras entre los lenguajes y la redimensión de las relaciones entre el arte, la artesanía y el diseño. Todo ello, poniendo el foco —desde una perspectiva profundamente poética y alegórica— sobre una acuciante problemática de nuestro tiempo, vinculada con la ecología y la preservación del medio ambiente y de los recursos naturales.
La trama conceptual de su exhibición discurre en torno a la representación imaginaria del paisaje, tanto terrestre como marino, mediante el desarrollo de piezas cerámicas dotadas de una singular organicidad, que sugieren formaciones vegetales o coralinas, y cuyo emplazamiento en el espacio lleva implícita una compleja red de significaciones y contenidos. Estos podríamos relacionarlos con una alusión simbólica —como la realizada por los pintores barrocos flamencos— a una parte de los sentidos (manifiesta en la inclusión en sus propuestas de estímulos aromáticos, sonoros, visuales y matéricos); o en su representación de los cuatro elementos —con énfasis en la tierra y en el agua—, como una forma de entender el mundo y la interacción entre sus diferentes componentes, sustentada en el principio de transmutación continua.


Así, en una primera instalación, apreciamos piezas modeladas en barro, dotadas con la apariencia de troncos, de cortezas, de tótems vegetales que, rudas en su confección, exentas de esmaltes, despojadas de color y emplazadas sobre tierra arcillosa, recrean un paraje terrestre sugestivo y pletórico de sensualidad matérica. La proyección, sobre el conjunto descrito, de videos que registran el sitio de donde fue extraído el barro contribuyen a la expansión de nuestra experiencia perceptiva y estética del paisaje simulado. Mientras que en la siguiente, nos encontramos con volúmenes cerámicos definidos por una sugerente morfología orgánica, que evoca la silenciosa existencia que anima las profundidades marinas.
Se trata de una propuesta titulada por el artista Blooming Ocean, basada en la creación ficticia de una planta que vive entre el mar y la montaña, cuya frágil constitución pone de relieve de manera metafórica los riesgos de extinción sufridos actualmente por los ecosistemas marinos, debidos a transformaciones vertiginosas introducidas por el hombre en el clima y la geografía de nuestro planeta (y que están profundamente relacionadas con fenómenos devastadores, como la desaparición de los arrecifes de coral en los océanos).




Emplazadas sobre extensiones de sal que sugieren un banco marino, las piezas cerámicas, que recuerdan unas veces formaciones coralinas, otras líquenes o algas, ofrecen a la imaginación un espectáculo visual desbordante, amplificado por la proyección de videos realizados en el fondo del mar, y por el aroma de una fragancia desarrollada especialmente para esta propuesta artística por la firma Givaudan. La seducción integral de los sentidos deviene la experiencia estética de un estado de ensoñación, de conexión poética, de viaje simbólico (afín a la manera en que entendió la naturaleza el paisajismo romántico alemán); un estado inducido en el espectador por su inmersión en la dimensión onírica del agua, símbolo por antonomasia de la disolución, de la transustanciación de la conciencia: Desaparecer en el agua profunda —escribe Gaston Bachelard— o desaparecer en un horizonte lejano, asociarse a la profundidad o a la infinitud; tal es el destino humano, que busca su imagen en el destino de las aguas.
Adolfo Wilson
Geografías en movimiento
por Eduardo Palomares
en los espacios de TCB21 en Madrid
De Marzo a Mayo, 2025
Con la participación de Kailin Sun

